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Inmortal literato español y universal del siglo de oro, Francisco de Quevedo y Villarroel supo armonizar valentía y fidelidad, sentido cristiano profundo y gran sensibilidad ante el mundo, honestidad y apertura a todos los problemas de su tiempo. Sirvió al Duque de Osuna y vivió en la Corte, en Valladolid y en Madrid. Atravesó diversas vicisitudes, por su oposición al valido Conde Duque de Olivares, que le llevó a la cárcel más de lo que la justicia toleraba.
Entre sus obras ingeniosas y magníficas, las que más contenido religioso tienen son "Política de Dios y gobierno de Cristo", que es un tratado de educación de príncipes; tambien admiran por su agudeza "La cuna y la sepultura" y "Tratado de la Providencia de Dios". Pasan de quince los comentarios como "La paciencia y la constancia del Santo Job", "Consideraciones sobre el Nuevo Testamento y la vida de Cristo" y "Sobre las palabras de Cristo a su serenísima Madre en las bodas de Caná".
Y son muchos sus poemas religiosos entre su vasta producción poética. Se pueden citar de ellos las "Poesías morales” y “Lágrimas de un penitente".
Se prestan todas ellas para estudios y reuniones catequísticas muy interesantes y aleccionadoras, dada la claridad doctrinal, la sinceridad de posturas, el gran sentido estoico del autor y la nobleza de sus postulados. En muchas de estas obras, una página dignamente comentado es la mejor catequesis para personas cultas que buscan la verdad
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